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Disculpadme que ponga una entrada sobre educación, pero entiendo que sin la educación el saber se muere (en particular, la ciencia).
Querría compartir esta reflexión con vosotros, especialmente con los compañeros que seáis profesores. Aunque el espíritu de la idea puede aplicarse a cualquier campo.
Compañeros,
La situación de la educación es francamente mejorable.
Muchos son los factores que influyen: las leyes, los padres, los alumnos…
Mucho podría decirse de cada uno de ellos.
Nosotros los profesores, también somos uno de esos factores.
Quizá penséis que no somos el más influyente, o tal vez sí… en cualquier caso si hay alguna causa sobre la que podemos operar, esa somos nosotros mismos.
Pero los profesores nos sentimos “desprotegidos”, desprovistos de “herramientas”…
Podría ser que este sentimiento tenga que ver con que no percibimos la realidad adecuadamente.
Pensémoslo así:
Nosotros somos la “primera línea”.
La sensación que tenemos es que NOS OBLIGAN a tomar las decisiones.
Visto de otra forma podríamos decir que PODEMOS ELEGIR qué decisiones tomar.
A veces creemos que lo correcto sería llevar a cabo cierta acción y pensamos (o alguien nos dice) que la ley o la administración lo prohíben.
En estos casos olvidamos dos cosas:
• La ley no es lo que éste o aquel dicen que es, la ley está sujeta a interpretación. Incluso los veredictos de los jueces son apelables.
• Existen leyes injustas.
¿Qué nos impide tomar la decisión que creemos justa y que el que crea que nos equivocamos apele a una instancia superior?
¿No nos ponemos a veces la venda antes de la herida? ¿No estamos haciendo autocensura?
Me parecería un error olvidar que esta es una profesión intrínsecamente vocacional, en la que muchas veces hacemos cosas que están más allá de nuestra obligación porque nos parece lo mejor para nuestros chicos.
¿Por qué dejar entonces que una ley mal interpretada o injusta nos impida actuar en conciencia?
Si el escenario en la educación fuera que todos los días los tribunales, los padres, la inspección o la administración estuviesen revocando acuerdos de los claustros, echando abajo decisiones de profesores… no hablaría así.
Pero no es esto lo que está ocurriendo.
Nosotros “les hacemos el trabajo sucio”.
Por miedo, falta de unión, presiones o lo que queráis, nos sentimos “obligados” a hacer cosas que no creemos buenas para nuestros alumnos o la educación… pensando que, si hiciésemos lo contrario, vendrían instancias superiores a echárnoslo para atrás.
Bueno, pues QUE VENGAN.
Pero démosles la oportunidad de hacerlo.
Llevemos a cabo lo que creemos bueno y que vengan a estropearlo. Ya veremos cómo lidiamos con ellos o si finalmente consiguen cambiarlo…
¿Habéis pensado que quizá, en algunos casos, no vendrían?
¿O es que estamos esperando a que NOS CONCEDAN la dignidadprofesional y la capacidad de acción?
Creo que esto no ocurre con frecuencia. Al menos creo que no se puede contar con que ocurra.
Lo que suele suceder es que se respeta al que se hace respetar.
Que se concede dignidad y capacidad de acción al que la reclama para sí.
La idea que me gustaría transmitir es ésta.
Actuemos en conciencia de la manera que nosotros, “la primera línea”, entendemos que es mejor para el interés de nuestros alumnos. Interpretemos la ley de la forma que mejor se adapte a eso e incluso, si me permitís, opongámonos a ella si no nos parece justa.
Esa es nuestra responsabilidad, no sólo como profesores sino como personas: obrar en conciencia. Dejemos su parte a los demás para que se opongan, protesten, apelen, revoquen o hagan lo que crean mejor. Así es como se trabaja en un estado de derecho en los demás ámbitos, ¿por qué tendría éste que ser diferente?
Sentémonos a hablar entre nosotros, lleguemos a acuerdos con el mayor número posible de compañeros y llevemos esta idea al nivel más alto posible: individual, como departamento, como instituto, como conjunto de profesores de la enseñanza pública, o como todo el conjunto de profesores
No sé a vosotros, a mí me parece que una decisión tomada en un instituto y sostenida esperando las acciones administrativas o legales correspondientes, sería difícil de echar atrás o como poco les llevaría bastante esfuerzo y tiempo. ¿No sería curioso que, quizá por una vez, la lentitud de la burocracia actuase a nuestro favor?
Tenemos el deber moral de obrar en conciencia y el poder de hacerlo.
¿Dejaremos de quejarnos del sistema y tomaremos el poder, que en realidad ya tenemos, para transformar la situación?
Con cariño de otro compañero
Si os gusta, sentíos libres de propagarlo a los cuatro vientos. La acción en conciencia en una necesidad.
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Gracias, por el enlace Carlos, me resulta francamente interesante, voy a hacerle una visita al "enlazado" y dejarle mis opiniones.
ResponderEliminarGracias por la difusión Carlos. Además lo que "ruge" en el fondo es la urgencia a la acción en conciencia de la gente de buena voluntad y eso puede (y debe) extenderse a todos los campos. Saludos
ResponderEliminarJavier
Tiwanacu: No dejes de visitar regularmente su blog, porque la verdad es que las reflexiones de Javier pienso que no dejan indiferente a nadie. Un saludo!
ResponderEliminarJavier: De nada compañero, en cuanto lo vi, no dudé en enlazarte. Efectivamente la acción en conciencia debería extenderse a otros campos, pero pienso que la educación está muy necesitada de dicha acción. Un saludo! ;)