Hoy toca reseñar la obra La zarigüeya de Schrödinger, de Susana Monsó, publicado por Plaza y Valdés Editores. Se trata de un libro sobre cómo viven y entienden la muerte los animales, desde el punto de vista de la ciencia y de la filosofía, puesto que su autora, es filósofa, experta en temas relacionados con el reino animal.
Bajo este sugerente título, que nos evoca el famoso experimento mental del gato de Schrödinger, por aquello de estar vivo y muerto a la vez, nos encontramos un ensayo delicioso escrito con un tono cercano y con una gran rigurosidad y documentación científica detrás, que activa la curiosidad del lector cada vez que pasa la página.
El libro llegó a mis manos gracias a que en en el IES La Campiña, el instituto donde trabajo, celebramos cada curso el Día del Libro con múltiples actividades, entre las que se encuentra un "amigo invisible" de libros entre el profesorado del centro. Mi amigo invisible de este año me conocía bastante bien y me preparó esta obra, que ya me impactó nada más ver la portada. En cuanto lo ojeé, a pesar de no haber leído antes nada previo de su autora, ya supe que me iba a encantar y, efectivamente, no me ha defraudado, al contrario, lo he disfrutado como un niño y lo he leído en pocos días.
El título hace referencia a la capacidad de las zarigüeyas, un mamífero marsupial norteamericano, para "hacerse las muertas", como técnica para escapar de sus depredadores, o más bien, para evitar ser devoradas por estos. Tanatosis es el nombre de esta capacidad que poseen las zarigüeyas y otros animales. A ello se hace referencia en el penúltimo capítulo del libro, pero hay muchas cuestiones interesantes sobre cómo perciben, conocen o intuyen el concepto de muerte diferentes especies de animales. Nos adentramos en las maravillas del mundo animal, de la mano de Susana y sus certeras preguntas y respuestas, para conocer como se enfrentan a la muerte animales tan diferentes como hormigas, simios, elefantes, jirafas, leones, animales domésticos, cuervos, delfines, orcas y muchas otras especies que nos sorprenden con sus comportamientos, a veces muy parecidos a los humanos y otras veces tan diferentes.
Siempre hemos creído que los humanos somos los únicos animales con una consciencia de lo que es la muerte, pero en este libro podemos descubrir que esta creencia nada tiene que ver con la realidad y, como nos dicen en la contraportada, con respecto a la muerte, somos tan solo una especie animal más. El enfoque, tanto desde el punto de vista de la ciencia, como de la filosofía, aunando etología y psicología comparada, para sumergirnos por completo en la tanatología comparada, es un acierto total para tratar este interesante tema, en el que Susana se mueve como pez en el agua.
Tras una introducción muy necesaria, el segundo capítulo trata sobre la hormiga que asistió a su propio entierro, para continuar con la ballena que paseó a su bebé muerto por medio mundo. El capítulo cuatro trata sobre la chimpancé que jugaba a mamás y papás con los cadáveres y el quinto versa sobre el perro que confundió a su humano con un tentempié. En el capítulo seis nos enteramos de que existen elefantes que coleccionan marfil y el siete es el que da título a la obra. Terminamos con otro capítulo también muy imprescindible, centrado en nuestra especie y con el bello título de El animal que llevaba flores a los muertos.
Desde esta pequeña y humilde mini-reseña no me queda más que felicitar y dar la enhorabuena a la autora por la magnífica e interesante obra que nos ha regalado y que he podido disfrutar en estos días de vacaciones y de relax. Otro libro más que recomiendo, ya que se trata de una obra de divulgación diferente, con un enfoque que solo desde el punto de vista de la filosofía y la ciencia combinados podría dársele, y que se disfruta tanto por lo que cuenta, como por la curiosidad que despierta de conocer cada uno de los estudios y casos que se narran en el libro.
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