Manu Sánchez es un gran humorista; y no solo lo digo por alto, sino también por grande; yo diría que de los mejores que hay actualmente en el panorama del humor, por no decir el mejor, porque no veas como sobresale el hombre. Es una de las mentes más rápidas y ágiles que conozco, bueno, que me gustaría conocer, porque personalmente no lo he tratado nunca. El tío lleva haciendo humor en forma de monólogos desde hace mucho tiempo, a pesar de su juventud, y a pesar de que siempre diga que es un pureta, pero más puretas somos algunos por aquí. Empezó en Canal Sur, y después dio el salto a otras cadenas, encadenando muchos éxitos, algunos palos y más experiencia, dándole tablas para convertirse en el gran artista que es hoy. Tuvo varios programas propios y ha sido colaborador en otros y lo hemos podido escuchar en la radio, o leer en el periódico, y últimamente también hemos tenido la suerte de disfrutarlo en el teatro, con sus tres obras: El Rey Solo, El Último Santo y El Buen Dictador.
Y ahora además tiene un libro, un libro con un título que resume perfectamente toda la guasa, crítica, y reivindicación que rezuma la obra: Surnormal profundo. La reclamación principal que se hace es de la normalidad de ser del sur, la normalidad de ser, hablar y vivir en andaluz, profundamente. Empecemos a criticarlo en el buen sentido de la palabra, constructivamente:
El libro es un soplo de aire fresco, aire andaluz, una brisa fresquita de Tarifa, como la que sale de la boca de sus sabios, o un vendaval de Levante, de los que puede dar dolor de cabeza a quien no sepa sobrellevarlo, un aire de Sevilla, con masaje, de Dos Hermanas, a cuatro manos, y de casi cualquier rincón de Andalucía, pero también de Cataluña o del País Vasco, porque Manu es un Andaluz de mundo, un andaluz del mundo, y podríamos decir que un andaluz universal. Lleva el sur por bandera, se envuelve en ella cada vez que abre la boca y está orgulloso de ser un surnormal profundo, y los que tenemos la suerte de vivir en esta maravillosa tierra, o de poder disfrutarla, sentimos un gran orgullo, y satisfacción, de que la defienda con uñas, dientes, sudor, lágrimas y sangre, aunque sea sangre encebollá o sangre con tomate. Y cada página de su libro tiene una profundidad que estoy seguro que quien no conozca a Manu, quien no lo haya escuchado, leído o disfrutado mil veces, tiene que volver a releer cada párrafo al menos un par veces para entender el mensaje completo que lanza; a veces son dardos certeros, pero no envenenados, sino muy claros, preclaros podríamos decir, y a veces son pellizquitos dulces, como los que dan las abuelas a los niños pequeños, que te pueden gustar o que pueden darte coraje, tú decides.
El prólogo está escrito por Risto Mejide, un tipo que aparentemente nada tiene que ver con Manu, pero que tras leer tanto esta primera parte del libro, como el capítulo en el que Manu justifica el prólogo, comprenderéis que sí, que hay un poco de Manu Mejide en Risto Sánchez o al revés. Comprendo perfectamente a Manu cuando cuenta que le han dicho muchas veces que el andaluz no se iba a entender fuera de las fronteras de Andalucía, y el responde que siempre se lo ha pasado muy bien, y sus acompañantes igual, allende nuestra tierra, cosa de la que doy fe. Cuando me junto en Bilbao con gentes de toda España: vascos, catalanes, gallegos, canarios, murcianos, madrileños, asturianos; o cuando hablo con mis amigos castellanos, extremeños, valencianos o mallorquines sigo siendo yo mismo, y me entiende todo el mundo perfectamente. Bien por ti Manu, más gente como tú en la tele hubiera hecho falta desde hace muchos años. Creo que bajo esta premisa es fácil entender porque elegiste a Risto de prologuista. Prólogo, antes de la palabra, antes del discurso. ¡Qué mejor que alguien sin pelos en la lengua, pero tan diferente, para introducir a otro más calvo de lengua aún, pero tan igual en el fondo!
En el libro se tratan todo tipo de temas, que si Cataluña, que si la política, que si los periodistas, que si la televisión, que si el sexo, que si el feminismo, y en todos ellos se moja, no se anda con medias tintas, y sin necesidad de tomarse un par de tintos, le da tanta caña a los tontos, como tientos suaves a tanta buena gente. Y empieza fuerte, plantándole cara a los propios radicales religiosos, que aunque siendo los radicales menos libres, son los más oxidados mentalmente. En este primer grupo de capítulos titulado Surnormalidades, también habla de las diferencias entre Andalucía y otras comunidades, y entona muy alto y orgulloso el Andalucía is not Spain. Spain is Andalucía, que ya le había escuchado alguna vez y que me encanta oír. Esa frase en Andanglish tiene todo el sentido del mundo en el contexto en el que la dice o escribe Manu.
El siguiente grupo de textos se recogen bajo el epígrafe de Visca Cataluña, y lejos de que faltar el respeto a los catalanes, deja de generalizar y solo se centra en aquellos que sin querer o queriendo han hecho daño o han atacado a los andaluces, fueran catalanes o no, como Otegui o Artur Más, que a lo mejor no es más, sino menos, como bien él dice.
En Un perfecto andaluz, parte de la defensa de nuestra lengua, con una alabanza a Don José María Pérez Orozco, catedrático de la lengua y firme defensor del andaluz que compartió con Manu algunos programas y con el que nos quedábamos embobados mientras hablaba, con esa tranquilidad y sabiduría escondidas bajo la gorrilla y su aspecto de abuelo de campo. Me ha encantado cada vez que José María o algunas de sus anécdotas son nombradas en el libro. Digna de leer es también la columna en la que defiende a Rosa López, pero me sigo quedando con la frase que impregna el mensaje de todas estas páginas de que en Andalucía no hablamos un mal castellano, sino un perfecto andaluz.
Ángeles y demonios, además de un guiño al título de un conocido libro, y por tanto a su contenido, reúne varios escritos dándole caña a gente que se lo merece, como el de la Demetriosis, que es genial. Porque es que lleva toda la razón del mundo, a ver que coño hace el tal Demetrio metiéndose con los endometrios de las demás... Hay que leerlo, porque aquí se tratan temas de flamenco, homofobia, puteros, y hasta el gran Jesús Quintero recibe su dosis de piropos de Manu, a pesar de reconocer que no hay amistad detrás, alabando la grandeza de la televisión que hacía El Loco y que tanto se echa en falta en los tiempos que corren. Más vale ratones coloraos que sálvames naranjas.
En el apartado dedicado a la política, Políticamente parlamentable, saca a la luz la ineptitud y la lamentabilidad de muchos de los miembros de nuestro parlamento y de muchos de los políticos actuales, sin casarse con nadie, y teniendo que aguantar que lo llamen socialisto, pepero o que lo que dice moleste a la propia y obsoleta monarquía, y por su puesto a todos sus palmeros. A Aznar le dedica un título propio y una columna muy apropiada, y poca cosa le dice para lo que merece este hombre. Y lo que me reí cuando a Trump le llama el Lopera de ellos, y que conste que Manu es muy bético, hecho que también queda claro a lo largo de todo el libro.
En Generación quicio, defiende su puretismo, alaba al héroe Ignacio, con su monopatín y sin superpoderes, reparte ostias como panes en Qué emprenda tu padre y defiende la talega y lo absurdo de las operaciones bikinis. Y en la columna ¡Basta ya! te deja sin respiración, con un nudo en la garganta, pero con la fortaleza reforzada, recordando aquel verano, extraño, lejano, caluroso y frío a la vez, en el que mataron a Miguel Ángel Blanco; y es verdad que entonces muchos dejamos de ser niños, y empezamos a darnos cuenta de que estábamos en el mundo.
La explicación del título de Feminismo: mandar y follar, es una verdadera maravilla histórica, y su declaración como feminista, que ya la leí en su momento y también escuché como la recitaba, como si de un bonito poema se tratara, en la Cadena Ser, la he tenido que mencionar varias veces, en conversaciones con conocidos, y nunca está fuera de lugar. Porque desafortunadamente aún no hay equidistancia en el tema del machismo y el feminismo, porque la equidistancia es el olvido como él dice, y si no eres feminista, eres machista. Otro texto en el que Manu se moja, y ya van unos cuantos en todo el libro.
Y casi terminando saca a relucir de nuevo la Libertad de expresión, que a este hombre no le falta, aunque a veces se la hayan querido quitar, por que tiene una capacidad para expresarse como le da la gana, que más quisiera yo. La de veces que le he visto hacer sus pizarras famosas en la televisión, y pensar: si pudiera dar clase con la mitad de la gracia con la que lo hace Manu, tendría todo el rato a mis alumnos embobados. Hasta los nazis se llevan un repasito en este capítulo, y termina reclamando al gran Chiquito de la Calzada como presidente. Oye pues fíjate que yo a lo mejor también lo votaba, por la gloria de mi madre...
Finaliza con ¿Otra vez Pedro? que evidentemente no se refiere al guardián de las puertas del cielo, y de nuevo explicando porque los andaluces y el andaluz somos como somos. Una pista: el sol, la calle, la vida. No digo más, porque el que quiera entender que entienda.
Lejos de ser una mera recopilación de las columnas publicadas por Manu en la Cadena Ser, el libro tiene entidad por sí mismo, y los textos que enlazan las columnas son como las columnas que sostienen a los edificios, imprescindibles. El libro entero es una obra de arte moderno, una obra de arte escrito, que reúne un montón de historias propias del autor, pero que aprovecha para defender y propagar las bondades de nuestro andaluz, y de nuestra tierra. El andaluz no se puede poner por escrito con facilidad, no se pueden recoger las normas que rigen nuestra lengua, no es fácil, y no sería apropiado, porque está muy vivo; vivito y coleando, y Manu ha conseguido hacer una obra escrita, que nada tiene que envidiar a su labia. Así que ya están tardando en darle un programa en prime time, (prime de yo lo dije primero, como decíamos de pequeños), ahora que ha terminado de bailar (que todo lo hace bien el tío), podían los directivos de las televisiones ir pensando en hacer el humor de la mano de Manu, o colgados con él, que aunque los andaluces seamos muchos, y buenos, él no le teme a la televisión nacional, que así no se nos hace la semana tan larga; así que señores, saquen bolas, zapeen, denle vueltas y vueltas, búsquenle una Eva a este Satán, y aunque sea un programa de love, no dejen que no podamos disfrutar de las risas que produce este último mono, que no tiene ni las orejas ni los ojos tapados, pero mucho menos la boca.
Pd: Las fotos del Playmobil de Manu Sánchez que acompañan al texto las hice cuando vino a Arahal a ser pregonero de la Fiesta del Verdeo de mi pueblo, y cuando fuimos a ver sus espectáculos al teatro de Arahal. Me consta que le gustaron. A ver que le parece esta reseña que he hecho intentando hacer un Manu Sánchez, salvando las distancias, y usando el lenguaje un poco como lo hace él. Como resultado no sé, pero como ejercicio creativo, me ha encantado la experiencia.
El siguiente grupo de textos se recogen bajo el epígrafe de Visca Cataluña, y lejos de que faltar el respeto a los catalanes, deja de generalizar y solo se centra en aquellos que sin querer o queriendo han hecho daño o han atacado a los andaluces, fueran catalanes o no, como Otegui o Artur Más, que a lo mejor no es más, sino menos, como bien él dice.
Ángeles y demonios, además de un guiño al título de un conocido libro, y por tanto a su contenido, reúne varios escritos dándole caña a gente que se lo merece, como el de la Demetriosis, que es genial. Porque es que lleva toda la razón del mundo, a ver que coño hace el tal Demetrio metiéndose con los endometrios de las demás... Hay que leerlo, porque aquí se tratan temas de flamenco, homofobia, puteros, y hasta el gran Jesús Quintero recibe su dosis de piropos de Manu, a pesar de reconocer que no hay amistad detrás, alabando la grandeza de la televisión que hacía El Loco y que tanto se echa en falta en los tiempos que corren. Más vale ratones coloraos que sálvames naranjas.
En el apartado dedicado a la política, Políticamente parlamentable, saca a la luz la ineptitud y la lamentabilidad de muchos de los miembros de nuestro parlamento y de muchos de los políticos actuales, sin casarse con nadie, y teniendo que aguantar que lo llamen socialisto, pepero o que lo que dice moleste a la propia y obsoleta monarquía, y por su puesto a todos sus palmeros. A Aznar le dedica un título propio y una columna muy apropiada, y poca cosa le dice para lo que merece este hombre. Y lo que me reí cuando a Trump le llama el Lopera de ellos, y que conste que Manu es muy bético, hecho que también queda claro a lo largo de todo el libro.
En Generación quicio, defiende su puretismo, alaba al héroe Ignacio, con su monopatín y sin superpoderes, reparte ostias como panes en Qué emprenda tu padre y defiende la talega y lo absurdo de las operaciones bikinis. Y en la columna ¡Basta ya! te deja sin respiración, con un nudo en la garganta, pero con la fortaleza reforzada, recordando aquel verano, extraño, lejano, caluroso y frío a la vez, en el que mataron a Miguel Ángel Blanco; y es verdad que entonces muchos dejamos de ser niños, y empezamos a darnos cuenta de que estábamos en el mundo.
La explicación del título de Feminismo: mandar y follar, es una verdadera maravilla histórica, y su declaración como feminista, que ya la leí en su momento y también escuché como la recitaba, como si de un bonito poema se tratara, en la Cadena Ser, la he tenido que mencionar varias veces, en conversaciones con conocidos, y nunca está fuera de lugar. Porque desafortunadamente aún no hay equidistancia en el tema del machismo y el feminismo, porque la equidistancia es el olvido como él dice, y si no eres feminista, eres machista. Otro texto en el que Manu se moja, y ya van unos cuantos en todo el libro.
Y casi terminando saca a relucir de nuevo la Libertad de expresión, que a este hombre no le falta, aunque a veces se la hayan querido quitar, por que tiene una capacidad para expresarse como le da la gana, que más quisiera yo. La de veces que le he visto hacer sus pizarras famosas en la televisión, y pensar: si pudiera dar clase con la mitad de la gracia con la que lo hace Manu, tendría todo el rato a mis alumnos embobados. Hasta los nazis se llevan un repasito en este capítulo, y termina reclamando al gran Chiquito de la Calzada como presidente. Oye pues fíjate que yo a lo mejor también lo votaba, por la gloria de mi madre...
Finaliza con ¿Otra vez Pedro? que evidentemente no se refiere al guardián de las puertas del cielo, y de nuevo explicando porque los andaluces y el andaluz somos como somos. Una pista: el sol, la calle, la vida. No digo más, porque el que quiera entender que entienda.
Lejos de ser una mera recopilación de las columnas publicadas por Manu en la Cadena Ser, el libro tiene entidad por sí mismo, y los textos que enlazan las columnas son como las columnas que sostienen a los edificios, imprescindibles. El libro entero es una obra de arte moderno, una obra de arte escrito, que reúne un montón de historias propias del autor, pero que aprovecha para defender y propagar las bondades de nuestro andaluz, y de nuestra tierra. El andaluz no se puede poner por escrito con facilidad, no se pueden recoger las normas que rigen nuestra lengua, no es fácil, y no sería apropiado, porque está muy vivo; vivito y coleando, y Manu ha conseguido hacer una obra escrita, que nada tiene que envidiar a su labia. Así que ya están tardando en darle un programa en prime time, (prime de yo lo dije primero, como decíamos de pequeños), ahora que ha terminado de bailar (que todo lo hace bien el tío), podían los directivos de las televisiones ir pensando en hacer el humor de la mano de Manu, o colgados con él, que aunque los andaluces seamos muchos, y buenos, él no le teme a la televisión nacional, que así no se nos hace la semana tan larga; así que señores, saquen bolas, zapeen, denle vueltas y vueltas, búsquenle una Eva a este Satán, y aunque sea un programa de love, no dejen que no podamos disfrutar de las risas que produce este último mono, que no tiene ni las orejas ni los ojos tapados, pero mucho menos la boca.
Pd: Las fotos del Playmobil de Manu Sánchez que acompañan al texto las hice cuando vino a Arahal a ser pregonero de la Fiesta del Verdeo de mi pueblo, y cuando fuimos a ver sus espectáculos al teatro de Arahal. Me consta que le gustaron. A ver que le parece esta reseña que he hecho intentando hacer un Manu Sánchez, salvando las distancias, y usando el lenguaje un poco como lo hace él. Como resultado no sé, pero como ejercicio creativo, me ha encantado la experiencia.
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