viernes, 19 de abril de 2019

Semana Santa Biológica V. Hojas de palmera, ramas de olivo y esparto

Este es el quinto año consecutivo que tratamos el tema de la Semana Santa desde un punto de vista biológico, a pesar de la gran dificultad que ello supone, escribiendo una entrada relacionada con las fiestas que se celebran en estas fechas. La primera vez que hablé de ello en este blog fue allá por 2015 cuando escribí una serie de historias cortas y muy personales relacionadas con esta festividad y por supuesto con la Biología. En 2016 nos visitó la procesionaria del pino, que se convirtió en la protagonista de esta Semana Santa Biológica; en 2017 nos centramos en otro insecto, el curita, otra excusa perfecta para relacionar dos temas tan dispares; y el año pasado, 2018, las plumas de los Armaos de la Macarena, fueron las protagonistas del post biológico-semanasantero.

El pasado domingo fue Domingo de Ramos, cuando se celebra la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, donde fue recibido con ramas de olivo y hojas de palmera. Hoy vamos a hablar aquí de plantas íntimamente relacionadas con la Semana Santa, como son las palmeras y los olivos, a las que añadiremos una tercera, el esparto.

Palmera, olivo y esparto



#1. PALMERA. El nombre científico de la palmera es Phoenix dactylifera, y también es vulgarmente conocida como palma, datilera o datilero, fénix o támara. Atendiendo a la etimología de su nombre científico se piensa que Phoenix, probablemente sea una alusión al fenicio, Phoenix, que era el hijo de Amyntor y Cleobule, personajes de la Ilíada de Homero, o también podría hacer referencia al ave Fénix, un ave sagrada del Antiguo Egipto que renacía de sus cenizas. Al ser unas plantas extraordinariamente versátiles a la hora de adaptarse a un entorno hostil, incluyendo la resistencia al fuego. Es posible que esta capacidad de resurgir de sus cenizas es lo que permitió que fueran bautizadas con el nombre del ave Fénix. Dactylifera es un epíteto latino que hace referencia a que los ejemplares femeninos de palmera son los que producen el fruto comestible, el dátil. ​​El nombre vulgar, palmera, significa, árbol que produce palmas, en referencia a sus hojas, ya que en latín, palma, se refiere a la parte plana de las manos. La similitud viene de que las hojas son anchas y planas y terminan en puntas que recuerdan a los dedos.

Palmera en el paso de la Borriquita de Arahal. Fuente

Las palmeras son plantas monocotiledóneas, una clase de angiospermas que posee un solo cotiledón en su embrión en lugar de los dos con los que cuentan las dicotiledóneas. El origen de las palmeras lo encontramos probablemente en el Suroeste asiático, y actualmente se incluyen en el género Phoenix, unas quince especies, que se extienden desde el norte de África y el Sur de Asia hasta el Extremo Oriente. En nuestro país contamos con el magnífico Palmeral de Elche, que ha sido declarado recientemente Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Palmeral de Elche. Fuente

Las palmeras han sido muy útiles desde su domesticación, aunque actualmente el uso durante el Domingo de Ramos es uno de los pocos que le quedan aquí en Occidente. Sus características especiales la hacen una planta muy útil que nos ha acompañado desde hace mucho tiempo. A pesar de que lo parezcan, las palmeras no son árboles, puesto que las monocotiledóneas son plantas más primitivas que carecen de floraciones que las hagan atractivas a la vista, y son consideradas como plantas herbáceas, a pesar del gran porte de algunas de ellas. Esto se debe a que estas plantas no producen lignina, un componente fundamental de la madera. A cambio poseen otras fibras vegetales, por lo que cuentan con más flexibilidad, lo que les permite aguantar, sin romperse, la fuerza de vientos que las mecen, pero no las tumban. Otra diferencia de las monocotiledóneas es que la circulación de la savia no es periférica, sino central, lo que permite que estas plantas sean buenas resistiendo el fuego, como comentábamos antes. Todo ello les confiera una gran resistencia y capacidad para la supervivencia y hemos encontrado registro fósil de las palmeras que datan del periodo Oligoceno, es decir de hace entre 20 y 30 millones de años. 

Hojas de palmera en el templo. Fuente

En cuanto a sus raíces, es un sistema muy fasciculado con raíces fibrosas y finas. Pueden profundizar hasta unos 6 metros y extenderse en un radio de 18 m, dependiendo del tipo de suelo y del tamaño de la palmera. El tronco recibe el nombre de estípite (tronco sin ramas laterales), y es robusto, recto y de igual grosor en toda su longitud. Esta cubierto por las bases de las hojas muertas, que con el tiempo caen, dando lugar a una forma romboidal característica. Las hojas son pinnadas y con numerosos foliolos verde-azulados, lanceolados y plegados longitudinalmente hacia el haz. Dichos foliolos presentan diferentes tamaños a lo largo del raquis, siendo los inferiores más cortos, rígidos y punzantes, los intermedios más largos y los superiores cada vez más pequeños. Las flores se agrupan en una inflorescencia muy ramificada denominada espádice, que nace desde las axilas de las hojas. Al inicio de su desarrollo, se encuentran en el interior de un órgano protector denominado espata. Las flores femeninas, por lo general, son más grandes que las masculinas. 

Partes de una palmera. Fuente

Es posible que las palmeras fueran unas de las primeras plantas de gran porte que domesticaron nuestros antepasados nómadas, como se puede comprobar en algunos de los primeros documentos gráficos de los que se tienen constancia, como las primeras escrituras cuneiformes y algunos grabados egipcios de más de 5000 años de antigüedad. En casi todas estas representaciones las palmeras son un símbolo de la fertilidad de la tierra.

Esquema de una palmera datilera. Fuente

La importancia de las palmeras en estos primeros asentamientos humanos la podemos se hace presente en antiguos papiros encontrados en Babilonia, donde se le llama "el árbol de los cien usos", quedando evidenciado que se cultivaban en el delta entre el Eufrates y el Tigris. El cultivo de palmeras en países del Norte de África, todavía hoy en día sigue siendo la base de la subsistencia de mucha gente, ya que el microlima que crean estas plantas permite cultivar bajo su sombra hortalizas, frutales o plantas forrajeras para el ganado.

La palmera datilera, junto con el palmito brasileño, Euterpe edulis, son las únicas plantas de este tipo que han sido arrasados totalmente de su hábitat, no existiendo en la actualidad poblaciones salvajes de ellas. Es cierto que no está en peligro de extinción, pero todas las que hay corresponden a palmeras cultivadas.

Euterpe edulis. Fuente

El naturalista Carl Von Linneo, bautizó a las palmeras con el nombre de "Príncipes del Reino Vegetal". Y no podía ser un apodo mejor, ya que esta familia tiene varios récords curiosos e interesantes, como el hecho de poseer las semillas más grande, la de Lodoicea maldivica, una palmera nativa de las Islas Seychelles, que puede llegar a pesar hasta 20 kg. La palmera con la inflorescencia más grande es Corypha umbraculifera, con una altura de casi 9 m, mientras que la que tienen la hoja más grande es Raphia regalis, una palmera africana de unos 25 m de largo y casi 3 de ancho. La monocotiledonea de mayor tamaño también es una palmera, la Ceroxylon quinidiuense que puede llegar a medir más de 60 metros. Las palmeras datileras pueden llegar a medir entre 25-30 m de altura y unos 30-50 cm de diámetro.

Los principales usos tradicionales de las palmeras han estado relacionados con su fruto, ya que los dátiles son unos excelente nutrientes. Se trata de una baya con muchas propiedades nutricionales. Con unos 100 gramos de dátiles, unos 8 o 9, se pueden satisfacer las necesidades nutricionales diarias de una persona en cuanto a hierro, potasio, magnesio, vitaminas B5, B9 y C, y aporta una gran cantidad de energía. Al colonizar diferentes hábitas, como selvas, sabanas, desiertos, manglares, ríos, islas, valles... aún hoy en día la economía de muchas zonas en vías de desarrollo con pocos medios se mantiene gracias a elementos obtenidos de palmeras, como el aceite y fibra de coco, que salen del cocotero, Cocos nucifera, o los dátiles, los palmitos o el aceite de palma.

Palmeras en una procesión del Domingo de Ramos. Fuente

En nuestra Semana Santa, la palmera protagoniza sobre todo el domingo de Ramos, ya que muchos pasos de la Borriquita, que representan la entrada de Jesús en Jerusalén, además de las figuras de Jesús montado en el equino y algunos de los ciudadanos que lo recibieron, llevan una palmera. Muchas de las personas que acompañan a esta procesión, sobre todo niños, llevan cirios y palmas, y en los balcones de las localidades por donde procesiona, se adornan algunos balcones con grandes hojas de palmas.

En algunos lugares el uso masivo de estas hojas puede provocar problemas medioambientales. En algunas zonas de Colombia se usan las hojas de la palma de cera, Ceroxylon quindiuense, otro tipo diferente de palmera que sirve de hogar a muchas aves silvestres, como el loro orejiamarillo, Ognorhynchus icterotis. Las autoridades de la zona animan cada año a sus habitantes a que no arranquen hojas de palma porque dañan así los nidos de las aves, y utilicen las hojas que ya tienen en sus casas, o las obtenidas de palmeras plantadas en sus propios jardines.

Hojas de palmera en una procesión de la Borriquita. Fuente


#2. OLIVO. Las palmeras son citadas en la Biblia hasta unas 12 veces, pero otro árbol que tiene bastante relevancia tanto en la Semana Santa como en la Biblia es el olivo, Olea europaea. El reparto de ramas de olivo también responde a la misma celebración del Domingo de Ramos, ya que en la ya referida llegada de Jesús a Jerusalén se dice que lo recibieron con mantos en el suelo, hojas de palmera y ramas de olivo. El olivo simboliza tradicionalmente a la victoria, lo que en este caso se asocia con la resurrección de Jesús, es decir, la victoria sobre la muerte.

Procesión del Huerto de los Olivos en Granada. Fuente

El olivo es un árbol íntimamente ligado al paisaje mediterráneo; tanto que cuesta imaginar una escena en algún punto de la cuenta mediterránea sin la presencia de estos árboles. Además representa un cultivo gran valor socioeconómico tanto en nuestro país como en otros: Italia, Grecia, Turquía, Marruecos, Siria... y a pesar de todo esto, y aunque sea un árbol bastante conocido a nivel mundial, resulta difícil averiguar cual fue el origen y el proceso de domesticación que siguió esta emblemática planta.

Olivo en el paso de la Borriquita en Quintanar. Fuente

Estudios genéticos llevados a cabo por un equipo conjunto del departamento de Agronomía de la Universidad de Córdoba, el Departamento de Historia del Arte, Arqueología y Música de esta misma universidad y del departamento de Biología Evolutiva y Ecología de la Universidad de California han observado las diferencias existentes entre las diferentes variedades de olivo del Mediterráneo central europeo con respecto a los extremos orientales y occidentales, que cuentan con ejemplares mas parecidos entre ellos. Estos estudios genéticos han sido claves para concluir que las diferencias entre las variedades de la zona del levante español, Baleares, Cerdeña, el Sur de Italia y Grecia, con respecto al resto, indican diferentes procesos de domesticación. Según los investigadores, el centro principal de domesticación se localizó en Oriente Próximo y desde ahí se extendió a todo el Mediterráneo. Sin embargo, en el centro de la cuenca se observan particularidades propias del cruce de estos olivos con las variedades locales de acebuche.

Olivo. Fuente

En la expansión del olivo por la cuenca Mediterránea intervinieron varias civilizaciones, como los fenicios, los griegos, los romanos y los árabes, cada uno de los cuales llevaron consigo sus propias variedades al conquistar las diferentes zonas. Al encontrarse con acebuches, olivos silvestres, en dichas áreas conquistadas, era fácil que se produjeran hibridaciones, ya que ambas plantas pertenecen a la misma especie, por lo que se pueden cruzar sin problema dando lugar a descendencia fértil.

Las dos hipótesis que plantean los investigadores para explicar la domesticación del olivo son bastante diferentes, pero nada fáciles de comprobar. La primera, y predominante entre los científicos, dice que el olivo fue domesticado inicialmente en la zona que ahora conforma la frontera entre Siria y Turquía, al norte del llamado Creciente Fértil, hace unos 7000 años. A partir de aquí, las variedades domésticas fueron trasladándose, en sucesivas veces y por las diferentes civilizaciones mencionadas antes, de este a oeste, hasta llegar al Magreb y a la Península Ibérica. La segunda hipótesis habla de que la domesticación fue multilocal, es decir, se produjeron múltiples sucesos de domesticación. Una prueba a favor de ésta interpretación sería la cantidad y diversidad de variedades locales que tiene el olivo. Los continuos conflictos en la zona de Oriente Próximo no ayudan a tomar muestras que ayuden a determinar cual fue el punto inicial de dicha domesticación.

Distribución mediterránea del olivo. Fuente

En cuanto a sus características, se trata de un árbol de porte pequeño, aunque puede alcanzar hasta 15 m de altura, de hoja perenne y muy longevo, con copa ancha y un tronco grueso y retorcido. Sus hojas son opuestas, de 2 a 8 cm de largo, y coriáceas, y con forma lanceolada. Cuentan con un ápice bastante puntiagudo y son de color verde-gris oscuro por el haz y más pálidas y escamosas por el envés. Sus flores, llamadas esquimo, son hermafroditas y cuentan con una corola blanca. Su fruto es la aceituna, una drupa suculenta y muy oleosa con forma ovoide, de color verde al principio, que se torna negra-morada cuando alcanza su madurez, en variedades dedicadas al aceite. El aceite de oliva es uno de los aceites mas apreciado en gastronomía.

Esquimo, la flor del olivo. Fuente
Hoja y fruto del olivo. Fuente

El acebuche es la variedad silvestre de Olea europaea y se diferencia en que tiene un porte arbustivo,  siendo más pequeños que los olivos domésticos, y tiene hojas de forma oval. Sus aceitunas son también más pequeñas. La madera del acebuche es densa, resistente y flexible, y algunos refranes y dichos populares así lo atestiguan, como por ejemplo el que dice "Al acebuche no hay palo que le luche". Refranes sobre el olivo hay muchos más, pero uno de mis favoritos ha sido siempre el que reza "Cada mochuelo a su olivo".

Acebuche. Fuente

El olivo es un árbol muy representativo del Mediterráneo, pero también es un símbolo mundial de la paz. También ha sido considerado como símbolo de la victoria. Una corona de ramas de olivos se otorgaba a los ganadores griegos de los Juegos Olímpicos a semejanza de la corona de laurel que llevaban algunos emperadores romanos. Solía plantarse delante de muchos templos y estaba consagrado por ejemplo al dios Apolo. De sus ramas se colgaban todo tipo de ofrendas. La mitología cuenta que la maza de Hércules estaba hecha de madera de olivo, y ésta se usaba también para hacer los cetros de muchos reyes. También aparece en muchas leyendas e historias como la de la paloma portando una rama de olivo para anunciar el fin del diluvio en la historia del arca de Noé. La imagen de Jesús rezando en el huerto de los Olivos, también es bastante conocida entre los cristianos, y en el símbolo de la ONU, la corona de ramas de olivo en todo el mundo simboliza la paz universal.

Ramas de olivo en el símbolo de la ONU. Fuente

#3. ESPARTO. Muchas procesiones de esta semana llevan entre su peculiar atuendo de capirotes, túnicas y capas, un cinturón de esparto, un material de origen vegetal muy característico en nuestra Semana Santa. También sirve para confeccionar zapatillas o sandalias de esparto. Con esta denominación se nombra en nuestro país a unas fibras obtenidas de diversas plantas silvestres de la familia de las gramíneas, así como a las propias plantas.

Cinturón de esparto para nazarenos. Fuente

Las plantas de la cual se obtiene el esparto son la también llamada esparto o atocha, de nombre científico Macrochloa tenacissima, o el también conocido como albardín, esparto basto o esparto de Aragón, Lygeum spartum. Sus formaciones naturales se denominan espartales, atochares y albardinales, respectivamente. Ambos forman parte de la vegetación característica de ambientes esteparios ibéricos.

Esparto. Fuente

Es probable que esta fibra se empezara a usar durante el paleolítico superior para coser sus prendas, pero solo hay indicios tenues. Queda constancia de su uso la fibra de esparto durante el Neolítico, con pruebas como una alfombra encontrada en Valencia. Se han hallado también sandalias de esparto datadas de los siglos VI y V a. C. En la Cueva de los Murciélagos de Albuñol, en Granada, se encontró un ajuar bastante completo con indumentaria y utensilios fabricados de esparto. Durante la época romana se siguió fabricando con esparto, e incluso se exportaba más allá del Mediterráneo, de donde la planta es originaria. En la Edad Media surgió el gremio de los esparteros y muchas localidades basaron su economía en esta actividad, llegando incluso hasta la década de los 60. Había importantes gremios de esparteros en Valencia, Alicante, Crevillente, Aspe y Bétera. Cieza, una localidad murciana, se convirtió en aquella época en el primer centro de manufactura de esparto de España, y en el año 2000 se puso en marcha el primer Museo del Esparto en esta misma localidad.

Sandalias y utensilios de esparto del Neolítico hallados en la Cueva de los Murciélagos, Granada. Fuente

Con estas fibras se pueden elaborar cinturones, como hemos dicho, sogas, alpargatas, cestos, estropajos... También sirven para la obtención de fibras de papel, muy óptimo por ejemplo para la impresión de billetes o envoltura de cigarrillos. En el ámbito de la construcción, se ha usado también tradicionalmente para armar la escayola, dotándola de una gran resistencia a la tracción, sobre todo en la construcción de falsos techos. Otro uso tradicional era la fabricación de antorchas con los espartos antiguos. También se hacían con el escobas muy resistentes al roce del barrido. Actualmente, la industria del esparto está de capa caída, ya que con la llegada del plástico, los artículos ya no resultan prácticos ni rentables. Muchos de esos productos de esparto han sido relegados hoy en día a un uso meramente decorativo.

Museo del esparto en El Romeral, Toledo. Fuente

La planta del esparto Macrochloa tenacissima, (antes conocida como Stipa tenacissima). Se trata de una hierba perenne que puede llegar a medir 1 metro de altura, que forma cepellones dispersos, conocidos como atochas o esparteras. En estos cepellones, las hojas de esparto van brotando hacia el centro de la planta, quedando las hojas viejas bajo esta. En primavera florece, forma sobre largos tallos, en forma de espigas, llamadas atochines. Sus hojas son largas, filiformes, duras y tenaces, características que hacen que sirva para las múltiples aplicaciones que hemos comentado.

Hierba del esparto. Fuente

La recolección del esparto se hace durante el verano, arrancándolo con un bastoncillo terminado en una pequeña porra, llamado palillo. Sobre éste se enrollan los extremos de las hojas, de manera que con un fuerte tirón se extrae un manojo entero de esparto. Así hasta completar un manojo de más o menos 1,5 kg llamado maña o manada. Luego se extiende al sol. Este es el llamado "esparto crudo" y posteriormente hay que trabajarlo para sus diferentes usos. Para ello hay que sumergirlo en balsas para su cocido, que consiste en un proceso de fermentación anaerobia que elimina pectinas de entre las fibras de celulosa. Tras un mes fermentando hay que secarlo de nuevo y después picarlo para obtener el llamado esparto picado o rastrillarlo para obtener el esparto textil. El esparto crudo es el que se usa en cestería para elaborar un trenzado conocido como pleita. Con la pleita se hacen cestos, serones, esteras, garrafas forradas... 

Pleita de esparto. Fuente

El albardín o esparto basto, Lygeum spartum, es propia de zonas secas de la cuenca mediterránea y se suele confundir con el esparto del que hemos hablado anteriormente. También ha tenido muchos usos tradicionales, como por ejemplo, en Aragón se segaban las hojas para trenzarlas y confeccionar cuerdas bastas con las que atar los fajos de cereal maduro tras la siega. Con él se hacían también jergones o camastros para los soldados, y en Níjar, Almería, se usaban para el embalaje de cerámica en cajas, como protector contra los golpes, al igual que en Murcia se usaban para el transporte de los melones. También se pueden fabricar cestas con él, y actualmente se reconoce que tiene un gran valor ecológico debido a que es un importante protector del suelo.

Lygeum spartum. Fuente

Espero que este post guste tanto a los que lleguen buscando información sobre la Semana Santa, como a los que lleguen buscando información de dichas plantas. En cualquier caso el objetivo estará cumplido, ya que como siempre lo que intentamos desde aquí es dejar presente que la Biología está en todos lados, solo hay que saber mirar con ojos curiosos a los pequeños detalles. En este tiempo de reflexión y penitencia para muchos, también esta bien reflexionar sobre el mundo que nos rodea, y sobre los seres vivos con los que compartimos nuestro planeta.

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Referencias:

- Concepción Muñoz, Isabel Trujillo, Nieves Martínez-Urdiroz, Diego Barranco, Luis Rallo, Pedro Marfil y Brandon S. Gaut. ‘Olive domestation and diversification in the Mediterranean Basin’. New Phytologist (2015) 206: 436-447. DOI: 10.111/nph.13181

- Vázquez, F. M. (2006). Anotaciones a la tribu Stipeae (Gramineae) para Andalucía oriental (España).

- Romero Zarco, C. M. (2015). El espartal, un ecosistema estepario de gran riqueza florística. Boletín Drosophila, 4, 16-18.

http://etimologias.dechile.net/?palmera
http://www.uco.es/uconews/es/article/la-domesticacion-del-olivo-presenta-caracteristicas-diferenciadas-en-la-cue/
https://cienciaysalud.laverdad.es/8_1_4.html


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