lunes, 10 de febrero de 2025

Crónica de Las que cuentan la Ciencia 2025

El pasado viernes fue un día bastante especial, ya que, tras salir del trabajo, estuve almorzando con mis amigos de toda la vida en Arahal. Fue una comida con los míos de siempre y me reí un montón y disfruté como un enano con ello, pero eso solo era el principio de un gran fin de semana, puesto que sobre las seis de la tarde, volví a mi casa a esperar a otro gran amigo, Eugenio Manuel Fernández, que me recogió para viajar juntos hasta Córdoba, donde pretendíamos disfrutar de un evento de divulgación increíble y reencontrarnos con un montón de amigas y compañeras del mundo de la divulgación. Me refiero a Las que cuentan la Ciencia, un gran espectáculo divulgativo organizado por la Universidad de Córdoba, que celebraba este año ya su octava edición. A continuación, os presento mi crónica personal del evento, que se celebró este pasado sábado en el majestuoso Teatro Góngora de Córdoba. Sin duda fue una jornada en la que la ciencia se puso al servicio del público para desmentir bulos y mitos, contada desde la óptica de las mejores divulgadoras científicas. Sirva esta humilde crónica para agradecer los bonitos momentos vividos en la ciudad de las tres culturas.


Siendo ya el viernes por la noche, Eugenio y yo llegamos a nuestro hotel, soltamos las maletas y nos fuimos a pasear por la bella ciudad para ver el camino al Teatro Góngora. Nos acercamos allí, pero ya estaban cerrando, por lo que no pudimos preguntar por las entradas para la mañana siguiente, ya que íbamos con entradas solo para la sesión de tarde, pero con confianza de poder conseguir entradas para la mañana. Una vez visto el camino, decidimos disfrutar de la ciudad en plan tranquilo y nos fuimos de tapeo por sus calles. Con ganas de que empezara ya el evento y un poco empapados por la tímida lluvia que caía, nos fuimos a descansar tempranito y nos preparamos para el día siguiente, con los nervios típicos de cada vez que nos juntamos con amigos en los eventos de divulgación científica en los que coincidimos.


Por la mañana pusimos el despertador a las siete y nos levantamos dispuestos a irnos a hacer cola para conseguir nuestras correspondientes entradas. Aún no había salido el sol cuando nos dirigimos de nuevo al Teatro Góngora en una bonita mañana de niebla. Cuando llegamos ya había alguna gente esperando y mientras decidíamos si esperábamos la cola o no, llegó Elena Lázaro, periodista, comunicadora científica e historiadora, además de directora de la Unidad de Cultura Científica de la Universidad de Córdoba y la organizadora principal de este evento. Tengo la suerte de conocer a Elena desde hace ya muchos años y es una persona increíble, con una capacidad para organizar un evento de esta magnitud y no perder su calidad humana en ningún momento. Nos dio mucha alegría reencontrarnos una vez más y viendo que estábamos tan temprano en la puerta del teatro nos comentó que había gente que había devuelto entradas, por lo que no hubo problema en que Eugenio y yo tuviéramos las nuestras. Le dimos las gracias por haber montado algo tan grande y maravilloso y como aún quedaba tiempo para que diera comienzo el evento, nos fuimos a desayunar y a dar una vuelta mañanera por la ciudad de Córdoba. 

De vuelta al teatro, comenzaron los abrazos, los besos y los reencuentros con un montón de gente divina y maravillosa con la que hacía tiempo que no nos juntábamos. Volver a ver a gente tan estupenda como la propia Elena Lázaro, Susana Escudero, Raquel Sastre, Conchi Lillo, Clara Grima, Natalia Ruiz, Gemma del Caño, Laura Morán, Teresa Valdés, Laura Morrón, Anabel Forte, Cirenia Arias, Marian García, Gaby Jorquera, Óscar Huertas, Guillermo Peris, Manuel González, Manu, Javier Fernández... Esas charlas informales y esos momentos de amistad, de compañerismo, de camaradería y de risas antes, entre medio y después de las charlas son de los mejores momentos que se viven en estos eventos. Entre la mucha buena gente que saludamos también hubo varias desvirtualizaciones, y es que, conocer personas nuevas, que aportan tanto en lo personal como en lo profesional. Coincidir con gente increíble como Valentina Raffio o Rocío Benavente a las que solo conoces de las redes y poder conversar con ellas aunque sea simplemente para felicitarlas por sus charlas o darles la enhorabuena por la gran labor que realizan en redes es algo que también posibilita este tipo de eventos. Además si en el teatro, sin esperarlo, te encuentras con una persona como Antonio Cuesta, editor jefe de la editorial Guadalmazán, con el que he conversado muchas veces por teléfono y redes, y te recibe con un fuerte abrazo, la sensación es increíblemente gratificante.


De este modo, tomamos asientos y nos dispusimos a disfrutar del espectáculo científico que nos iban a ofrecer las mejores divulgadoras científicas de nuestro país.

- La primera en subir al escenario, como no podía ser de otra manera, fue Elena Lázaro que nos hizo una especie de charla-prólogo titulada Mentirosas y malvadas. Con una mezcla única de humor y nostalgia, Elena nos contó un poco de la historia de Las que cuentan la ciencia, para continuar después con un interesante repaso biográfico de Margarita Gertrudis, una mujer increíble, más conocida como Mata Hari. Su discurso no solo puso en valor el legado de la divulgación femenina, sino que también nos invitó a repensar la manera en que la sociedad ha construido estereotipos a lo largo del tiempo invitándonos a luchar contra ellos. 



- Poco después, fue Natalia Ruiz Zelmanovitch la que se presentó en el escenario con la energía arrolladora a la que nos tiene acostumbrados y metiéndose en el papel de Sandra Bulo, en su versión flamenca. Esta Miss Agente Especial nos demostró que la ciencia también puede tener chispa y glamour. Su introducción y la presentación de cada divulgadora -con un guión brillante y agudo de Raquel Sastre-  dieron el punto de humor del día. Natalia explicó que desmentiría el bulo que se le había asociado a cada una de las divulgadoras y darles pie para que todas las doñas desmintieran bulos desde su campo de estudios.



- La siguiente intervención, Mitos y sambenitos de los adipocitos, corrió a cargo de Marián García, más conocida como Boticaria García, que nos llevó al interesante mundo de la biología. Con rigor y ejemplos cotidianos, y mucho humor y búsica, desarmó algunos de los mitos más extendidos sobre los adipocitos, células del tejido adiposo que fueron interpretadas por otras divulgadoras que la acompañaron al escenario. Entre explicaciones científicas y toques de humor, sorprendió y puso a bailar al público, al entrelazar su exposición con la inesperada Canción del gorila de la cantante Melody, demostrando que la ciencia puede moverse al ritmo de la cultura pop sin perder su seriedad.




- Conchi Lillo tomó el relevo con Mitos entre neuronas para adentrarse en el cerebro humano y sus múltiples enigmas. Su charla fue una lección muy amena sobre las falsas creencias de que utilizamos solo el 10% de nuestro cerebro o sobre la dicotomía entre hemisferios derecho e izquierdo. Con argumentos sólidos, desmontó muchas mitos sobre el cerebro, dejando claro que el conocimiento debe basarse en la evidencia y no en anécdotas populares.



- El momento más encantador de la mañana llegó con Lola Jiménez Zambrana, ganadora en la categoría de Primaria del concurso Las que contarán la ciencia. Con una elocuencia impropia de su corta edad y un desparpajo impresionante sobre el escenario, Lola abordó mitos botánicos en su charla Verde que te quiero verde. Entre ellos estaban algunos muy populares como el de que las plantas “roban oxígeno” o la supuesta eficacia de limpiar sus hojas con leche o yogur. Con una sutil referencia a Federico García Lorca y un control impecable del tema, su exposición fue recibida con una ovación entusiasta que fascinó a todo el público asistente al teatro.


- La tarde se volvió un poco más seria cuando Teresa Valdés Solís tomó el escenario para desmantelar los bulos relacionados con el cambio climático en su charla Trolas y mitos sobre el cambio climático. Con datos contundentes y su toque de ironía, Teresa se refirió a expresiones hizo una interesante metáfora con "que viene el lobo del cambio climático", refutando de forma clara la negación del calentamiento global y la supuesta falta de consenso científico. Su mensaje fue una inyección de rigor en medio de un debate tan polarizado en la sociedad.




- La arqueóloga Marga Sánchez nos transportó a épocas remotas para evidenciar cómo la historia ha invisibilizado la figura de la mujer. El título de su charla lo dice todo: Quítate tú pa ponerme yo. El curioso caso de las mujeres invisibles en la prehistoria. Con ejemplos fascinantes –una increíble escultura pintada, una urna funeraria y variados ritos del mundo ibero– Marga argumentó que la supresión de la presencia femenina en la prehistoria es fruto de construcciones sociales predominantemente machistas. Su relato, salpicado de ironía, culminó con la revelación de que, tras 30 años de "incertidumbre", se comprobó que la protagonista de la escultura con la que inició la charla era, en realidad, una mujer.



- Con la frescura y el ímpetu característicos de una estudiante de secundaria, Ainhoa Esparch Garrido se enfrentó a algunos de los mitos más dañinos sobre la salud y la sexualidad en su charla Las personas enfermas. Con valentía y datos irrefutables, desmontó afirmaciones que, de manera irresponsable, equiparaban la homosexualidad con una enfermedad o vinculaban a los niños LGBTIQ+ con supuestos problemas mentales. Su intervención fue un poderoso llamado a la empatía y a la necesidad de basar nuestras creencias en la ciencia y el respeto por la diversidad.


- Anabel Forte se encargó de desmenuzar frases y dichos atribuidos erróneamente a grandes figuras de la literatura y la ciencia en su propuesta Desmontando a Mark Twain. Con gran agudeza, puso en evidencia cómo expresiones como “elemental, querido Watson” se han popularizado a pesar de su imprecisión histórica. Además, resaltó que “la Estadística no miente” y mostró, a través de gráficas absurdas, cómo se manipulan datos para sostener narrativas falsas, recordándonos que la crítica y el análisis son esenciales ante cualquier información.



- En un recorrido por la historia del arte, María Dolores García Ramos expuso cómo las mujeres han sido sistemáticamente invisibilizadas en el mundo artístico. Su charla, Que no te engañen, ellas también pintancontaba con ejemplos de pintoras relegadas a la sombra de sus esposos y con ellos puso sobre la mesa una reflexión profunda acerca de cómo la sociedad y las instituciones han frenado el talento femenino. Su charla fue un grito de reivindicación, aprovechando el arte pictórico, que resonó entre los asistentes.



- La estudiante de bachillerato Ana M. Blázquez Duque abordó un tema que, a primera vista, puede parecer trivial, pero que está rodeado de mitos: la relación entre el frío y el resfriado. Con sencillez y rigor científico, en su charla Si hace frío me resfrío explicó cómo los virus, y no la temperatura, son los verdaderos responsables de los resfriados. Su exposición, llena de claridad, fue un recordatorio de que la ciencia cotidiana nos ayuda a desmentir creencias populares erróneas.


- Laura Morrón ofreció una mirada insólita al mundo de la radiación. Con su charla La heroína silenciosa de la radiación, nos explicó que la radiación nada tiene que ver con los superpoderes que vemos en series y películas. Al contrario, enfatizó la importancia de la protección radiológica, haciendo referencia a la “belle époque radiactiva” y a la amplia gama de productos radiactivos que se llegaron a vender en dicha época. Su enfoque nos dejó con una mezcla de asombro y reflexión sobre nuestra relación con las diferentes tecnologías y avances científicos.



- La tecnología y sus implicaciones fueron el centro del discurso de Lorena Fernández Álvarez. Hablando de El efecto Eliza, contó cómo tendemos a humanizar las máquinas – un proceso denominado antropomorfización – y recordó hitos históricos como el curioso caso del autómata llamado “el turco”, la Máquina Analítica, o la figura pionera de Ada Lovelace. Su análisis sobre ELIZA, el primer chatbot con pretensiones terapéuticas, fue una fascinante mezcla de historia, tecnología y filosofía que puso en perspectiva el avance actual de la inteligencia artificial.



- Y cerró la sesión, con una narrativa rigurosa y emotiva, Gaby Jorquera. En su charla, Vida media de un prejuicio, se sumergió en la historia de los prejuicios contra el pueblo gitano. Explicó que sus ancestros partieron de la región del Punjab hace más de mil años y que su lengua, el romaní, guarda sorprendentes similitudes con el sánscrito y otras lenguas indoeuropeas. Con datos de estudios genéticos y referencias a episodios oscuros, como la Gran Redada, Gaby nos mostró cómo el prejuicio tiene una “vida media” que, afortunadamente, se puede acortar con educación y evidencias.



De esta manera tan brillante terminó la jornada de mañana, que nos dejó un delicioso sabor de boca y muchas ganas de volver para disfrutar del resto de charlas en la sesión de tarde. Antonio Cuesta nos llevó a una bonita y moderna vinatería donde disfrutamos de un rico aperitivo acompañado de una mejor charla. Tras ello, Eugenio y yo nos fuimos a almorzar y degustamos un rico menú con el que repusimos fuerzas. De nuevo dimos una vuelta por las animadas calles cordobesas, nos tomamos un café y volvimos al Teatro Góngora para disfrutar de la compañía de las ponentes antes de volver a tomar asiento para disfrutar del resto del evento.


- Después de toda la información de la mañana, Elena Lázaro regresó al escenario,  para hacer un interludio en el que cantó Vamos a contar mentiras. Mencionó a la chirigota negacionista y explicó la importancia de eventos como éste para contrarrestar tanta desinformación que nos rodea. Y, por supuesto, habló de la celebración del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que cada 11 de febrero nos llama a seguir luchando para que ellas dejen de ser olvidadas. A continuación volvió a dar paso a Natalia Ruiz que de nuevo se metió en el divertido papel de Sandra Bulo para presentar al resto de las ponentes.




- La brillante Raquel Sastre nos llevó a un recorrido por el laberinto de las cifras y datos en el ámbito de la criminalidad en su ingeniosa propuesta Criminofakes: el delito es creértelo. Con una presentación basada en gráficas y estadísticas, desmontó mitos sobre la comisión de delitos en Córdoba y en España, demostrando que, muchas veces, la manipulación de datos crea falsas alarmas que la gente puede aprovechar para sacar beneficio. Su exposición fue una llamada a la reflexión sobre cómo estos “fakes” pueden distorsionar la realidad si no se les contrarresta con información veraz. Y todo ello con su marca personal de humor irreverente que no dejó indiferente a nadie y que nos hizo reír mientras aprendíamos.



- En su intervención, Antropología y ‘razas humanas’, Begoña Escribano Salmoral se encargó de desarmar la antigua y obsoleta noción de las “razas humanas”. Con la precisión propia de la antropología, explicó que las diferencias culturales y biológicas son producto de procesos históricos complejos, y que la clasificación en razas es un constructo social que ha servido para justificar desigualdades. Su charla fue una lección de historia y ciencia social que invitó a repensar algunos conceptos muy arraigados a la sociedad.



- Mariana Buenestado Fernández se adentró en el terreno de la educación con Edufakes. La educación más allá de los mitos, analizando cómo circulan los mitos en uno de los pilares fundamentales de nuestra sociedad. Con un enfoque crítico, desmontó estas ideas erróneas y generalizaciones que afectan a la enseñanza en España y propuso una visión renovada basada en evidencia y diálogo. Su exposición fue una llamada a la mejora y modernización del sistema educativo.



- Con una carga emocional y una contundente dosis de realidad, Valentina Raffio abordó el negacionismo climático desde la perspectiva de género en su charla Mujeres al borde de un ataque climático. Relató valientemente cómo, en los debates sobre el cambio climático, las mujeres son objeto de insultos y menosprecios, poniendo ejemplos de ataques sufridos por ella misma. Con voz firme, afirmó que discutir con negacionistas a menudo es infructuoso, y que la ciencia, al fin y al cabo, debe prevalecer sobre el discurso del miedo.



- Aurora Ramírez Quesada se sumergió en el vertiginoso mundo de la inteligencia artificial, explorando cómo esta tecnología puede ser utilizada tanto para alimentar como para combatir la desinformación. Con ejemplos que iban desde los deep fakes hasta la interrogante sobre los límites entre lo real y lo ficticio, su charla titulada ¿Criminal o policía? La inteligencia artificial contra la desinformación incluyó referencias a herramientas actuales como ChatGPT y a las redes neuronales adversarias para la generación de imágenes. Su exposición fue una invitación a reflexionar sobre los desafíos éticos y técnicos que se avecinan en la era digital.



- Con el máximo rigor histórico y un toque de intriga, Susana Escudero, la voz de la divulgación científica, nos contó el insólito caso del Hombre de Piltdown en una charla llamada El eslabón perdido. Repasó cómo, en un evento que tuvo lugar en la Sociedad Geográfica de Londres, se presentó este “eslabón perdido perfecto” –más humano en el cráneo y más simiesco en la mandíbula– y cómo, a lo largo de las décadas, se descubrió que se trataba de un fraude orquestado por Charles Dawson. Con referencias culturales –incluso a la icónica música de Mike Oldfield en Tubular Bells–, su relato fue tan ameno como esclarecedor y nos tuvo a todo el público boquiabiertos escuchándola contar esta historia.



- Gemma del Caño volvió a sorprender a todos con una intervención llena de creatividad y humor. Con un título tan original como su contenido, Semifrio de bulo con crujiente de mito y un poquito de hierbabuena, explicó de un modo muy cercano la diferencia entre un mito (generalmente inofensivo) y un bulo (cargado de intenciones dañinas). Incluso compartió una “receta” para crear un bulo, invitándonos a reflexionar sobre cómo se fabrican y se propagan las noticias falsas en nuestra sociedad.



- La siguiente ponencia, Como dios manda, a cargo de Laura Morán, fue un análisis refrescante sobre las convenciones afectivas en general y la monogamia en particular. Con argumentos basados en comparaciones con el reino animal –mencionando especialmente a los bonobos–, Laura desmontó el mito de que la monogamia es la única forma “normal” de relacionarse. Su exposición nos recordó que las formas de vinculación son tan diversas como las culturas, y que la historia y la evolución han moldeado nuestras prácticas afectivas de maneras muy complejas.



- Rocío Benavente con una intervención cargada de pasión y ética periodística, llamada La vacuna contra los bulos, nos fue acercando al final de la jornada. Con la sinceridad de quien se disculpa por ser periodista, Rocío abordó cómo los bulos se han transformado en discursos de odio, exponiendo las estrategias utilizadas para amplificar la desinformación. Su propuesta –una especie de “vacuna” contra los bulos basada en datos y veracidad– resonó fuertemente entre todos los asistentes, recordándonos la responsabilidad que todos tenemos en la era digital.



- Finalmente, Clara Grima puso el broche de oro a un día repleto de conocimiento, emociones y buena divulgación. Con un tono distendido y anecdótico, en Alucina vecina con lo que me ha contado mi prima, relató historias y rumores de la vida cotidiana que, en apariencia absurdos, muestran cómo se generan y difunden los falsos relatos en el entorno vecinal. Entre guiños a figuras populares como Fran Perea y menciones a los premios Goya, su intervención fue la nota final perfecta: una invitación a reírse un poco de nosotros mismos mientras seguimos buscando la verdad. Y encima contó con un invitado especial en su charla, ya que Manuel González intervino en un par de ocasiones haciendo nada más y nada menos que de Richard Gere y volviendo a poner otra nota de humor entre las cuestiones matemáticas que nos contaba Clara.





De ese modo daba por terminada la gran jornada divulgativa que habíamos vivido en el Teatro Góngora ese sábado 8 de febrero en Córdoba y aprovechamos algunos minutos que nos quedaron para felicitar a las ponentes y conversar con unas y otros para alargar todo lo posible la hora de la despedida.

Foto de Conchi Lillo en Bluesky


Foto de Conchi Lillo en Bluesky


Así que salimos del teatro con la cabeza llena de ideas y el corazón henchido de inspiración y amistad. Cada charla fue un recordatorio de que la ciencia, lejos de ser un conjunto de fórmulas frías, es una experiencia humana que se enfrenta a los mitos y a la desinformación con pasión, rigor y creatividad. En un mundo en el que las “mentiras” parecen proliferar, este encuentro en Córdoba reafirma que el pensamiento crítico y la divulgación comprometida son nuestras mejores armas para construir un futuro más informado y justo. Y si encima viene de la mano de estas doñas tan increíbles, pues mejor que mejor.


Cansados, pero muy felices, Eugenio y yo nos volvimos al parking del hotel donde teníamos el coche que nos llevaría en el viaje de vuelta a nuestras localidades. Si nos hubierais visto en el coche, hablando de cada momento vivido, con una sonrisa de oreja a oreja, os podríais hacer una pequeña idea de lo mucho que hemos disfrutado.

Con esta crónica, quiero rendir homenaje a todas las ponentes –desde las expertas consagradas hasta las jóvenes promesas– que, con valentía, pasión y entrega, se subieron al escenario para contar la verdad, desarmar mitos y, sobre todo, inspirar al público a buscar el conocimiento de un modo veraz y fiable. Por todo ello quiero terminar dando un enorme ¡MUCHAS GRACIAS! a todas las que habéis hecho posible esta nueva edición de Las que cuentan la Ciencia, por vuestra contribución imprescindible.

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