miércoles, 2 de mayo de 2012

Cambios de estado (para niños de 3 años)

No sé por qué, esta entrada que tenía escrita desde el verano pasado se me había quedado en borradores y no la había publicado, así que aprovecho ahora que me la he encontrado para sacarla a la luz. 

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Hace unos días, a la hora de acostar a mi hija Marta (tres años y medio, cuando se escribió la entrada, ahora tiene cuatro años y tres meses), surgió, en la conversación que estábamos manteniendo, la cuestión de si el agua es lo mismo que el hielo. La infinita curiosidad de los niños hizo que Marta se plantease por un momento esa duda, aunque rápidamente negó cualquier parecido entre el líquido elemento y su forma solidificada. Por supuesto que por mucho que yo le afirmara que eran la misma cosa, Marta no se lo creía. Me argumentaba con mucho sentido que no podían ser lo mismo porque el hielo era duro, y el agua se bebía. - ¿Cómo me voy a beberme el hielo, papá?- me decía, intentando comprender eso tan raro que le acababa de plantear. Entonces sobre la marcha se me ocurrió que podríamos hacer un pequeño experimento y rápidamente nos pusimos manos a la obra:



Cogimos dos pequeños vasitos y pusimos 3 cubitos de hielo en uno de ellos y lo llevamos a su mesita de noche. En el otro pusimos un poco de agua y le pedí a Marta que lo pusiera en el congelador. Entonces nos fuimos a la cama y en vez de contarle el típico cuento de antes de dormir, le dije a Marta que le iba a explicar en que consistía el experimento que estábamos haciendo. Le conté que el calor que había fuera del congelador haría que el hielo que estaba en su mesita de noche se derritiese, y entonces se "convertiría" en agua. Le conté también que el frío del interior del congelador haría que el agua que había metido se endureciera y se "convirtiera" en hielo. Por la cara que puso, supe que no me creyó, y me volvió a decir: - Eso no puede ser, papi.- Y le dije: -precisamente para comprobar si es verdad o es mentira lo que te digo vamos a hacer el experimento, duérmete y mañana por la mañana comprobaremos que es lo que ha ocurrido en los dos vasos.- Y se durmió plácidamente y sin rechistar en nada de tiempo.

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Un poco después, la madre y yo intentábamos dormir a nuestra otra hija, Irene, y mientras estuvimos un rato charlando sobre el experimento que habíamos iniciado. En un momento dado le comenté una inquietud a mi mujer: como mi hija Marta es tan "escéptica" seguro que piensa que mientras ella duerme, yo entro en la habitación para cambiar los vasos o algo así, pero me equivoqué totalmente.

A la mañana siguiente, Marta se despertó la primera, se levantó de la cama, cogió el vaso de la mesita de noche, lo miró y remiró, y salió corriendo para nuestro dormitorio para decirnos que el hielo se había convertido en agua. Estaba totalmente emocionada y su cara de sorpresa y emoción lo decía todo. Rápidamente me dijo: -Papá, vamos levántate, vamos al frigorífico a ver que le ha pasado al agua que metimos anoche- Evidentemente, vi en sus ojos, que ella ya había comprendido lo que le había pasado al agua, y sabía lo que iba a encontrar, así que me levanté y la acompañé al congelador, caminando torpemente mientras ella tiraba de mi mano. Llegamos y le abrí la puerta y ella, rápida como el viento, cogió el vaso para decir en voz alta: - ¡Lo sabía! ¡El agua se ha convertido en hielo!- Y se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja mientras sostenía un vaso en cada mano, mirando alternativamente a ambos.

Se había producido el aprendizaje de un concepto sencillo que Marta se negaba a aceptar, por la simple realización de un experimento sencillo, que pudo llevar a cabo ella misma y que le había divertido un montón. De hecho, una vez que nos sentamos a desayunar, me pidió que repitiéramos el experimento y cogimos un vaso con cubitos de hielo y estuvimos viendo como se derretían en vivo y en directo.

El aprendizaje del cambio de estado del agua se había consolidado en el cerebro de Marta, que no paró de relatar su experimento a cualquier persona que osara cruzarse en su camino: su prima, sus amiguitos, sus abuelos... y yo la mar de contento y orgulloso. 

9 comentarios:

Fali dijo...

Muy constructiva y entretenida entrada. Besos para Marta que ha sido la protagonista (aparte de los cubitos de hielo) de esta historia. Saludos Carlos.

NATURA PLANET dijo...

Muy bonita entrada, me alegro que hayas actualizado tu blog para seguir aprendiendo de vosotros.

JC (@2qblog) dijo...

Hola

Estas entradas me encantan. Me encanta la ciencia, me encanta divulgarla y me apasiona hacerlo con mis hijos.

Pero, ¿y el estado gaseoso?.
El verano pasado me enfrente a ese problema y mis hijos y sobrinos bebieron agua del aire:
Saqué una "placa" del congelador (de las que se usan luego en las neveras de playa), les hice comprobar que estaba seca, la puse vertical apoyada en una jarra y la condensación hizo el resto.

Un saludo

Unknown dijo...

Ha caído ayer en mi twitter tu entrada y me ha encantado. Casualidades de la vida, hoy se sube mi hijo (5 años) al coche al salir del cole y me dice que el agua puede tener tres estados, que lo han visto en el cole. En cuanto hemos llegado a casa, hemos cogido un vaso y hemos pesado 100g de agua que hemos metido 30 minutos en el congelador. Después de comernos un poco del hielo que se ha formado, nos quedaban 90g que hemos puesto en el fuego. Tras un par de minutos hirviendo, nos quedaban sólo 40g. ¡La cara de flipe de mi hijo cuando hemos encontrado el agua "que faltaba" pegada a la campana extractora formando de nuevo pequeñas gotas!

Gracias por esta idea tan sencilla que nos ha dado un buen rato de diversión, de discusión y de aprendizaje. Veo que tu casa es un centro de alto rendimiento ;)

Rafael Vergara dijo...

Me dejas con la boca abierta...tienes una capacidad única para hacer de lo diario una fuente de aprendizaje para todos y todas. Te diré que, además de la ciencia, eres un magnífico escritor pues cada entrada se lee con sumo gusto, mucho agrado y un gran interés... Gracias!!!!!

n dijo...

Hacía tiempo que no visitaba La ciencia de la vida, pero como siempre las entradas son geniales.

Gracias por compartirlas.

alvaro dijo...

Así da gusto ehh, así es como se educa a los chiquillos no contestando de malas maneras o gritando para que se callen. No se puede penalizar la curiosidad de los niños.

Fernando Narayana dijo...

Tu hija tiene demasiado sentido comun.
Ya se lo haran perder.
Si quieres te lo explico.

Carlos Lobato dijo...

Así dan ganas de seguir escribiendo. Muchas gracias por comentar! ;)

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