Acabo de terminar de leer un libro valiente que desmonta mitos en relación con las drogas con bastante claridad, datos comprobados y mucha ciencia. Se trata de No todas las drogas son iguales, de David Nutt, editado por Pinolia.
El autor, David Nutt, es un neuropsicofarmacólogo de prestigio, que nos guía en un paseo donde, por fin, se habla de drogas sin tabúes, con datos, sentido común y humanidad. Este libro nos recuerda en cada página que lo que bebemos, tomamos o inhalamos -desde un vaso de vino hasta un fármaco psiquiátrico- afecta a las vidas de todos: políticos, padres, educadores, jóvenes, profesionales sanitarios y pacientes por igual.
Nutt desmonta creencias falsas desde lo cotidiano y no se esconde tras datos inaccesibles. Una de las cosas que mas me ha gustado de esta lectura es que su autor habla claro, muy claro. ¿Sabías que el alcohol o el tabaco, legalizados y normalizados, resultan más dañinos en ciertos sentidos que otras sustancias prohibidas? Pues es una de las cuestiones que se tocan en esta obra y el autor lo demuestra con rigor y aportando información contrastada. De este modo invita al lector a pensar con criterio propio, sin miedo a preguntarse si nuestras leyes tienen base científica o si están llenas de prejuicios.
Con ejemplos que cualquiera entiende, Nutt va desde esos prejuicios hasta las evidencias, tocando muchos temas interesantes, como la crisis de opioides, el vapeo, las drogas recreativas... Esto hace que a veces toque temas que duelen o incomodan. Es una lectura que más que ofrecer respuestas, sugiere una mirada más humana e inteligente hacia un tema tan controvertido como son las drogas.
Quizás la parte más sorprendente es la que habla también del lado terapéutico de las drogas: fármacos psicodélicos en depresión, cannabis para la epilepsia, setas alucinógenas o LSD como remedios para el estrés postraumático... Nutt No los presenta como solución mágica, sino como una oportunidad científica que, por prejuicios, muchas veces dejamos pasar.
Me ha gustado mucho que no se trata de un libro que no es técnico ni frío, sino que está escrito con la voz de alguien que lleva toda una vida luchando contra la ortodoxia científica y política. De hecho, se cuenta como el propio autor fue incluso despedido de un consejo asesor británico por cuestionar la clasificación y solicitar que se hiciera atendiendo a criterios más científicos que populistas. Pero eso no lo amedrentó, al contrario, lo impulsó a investigar, recopilar datos y escribir este libro como acto de responsabilidad y claridad.
Pienso que es un libro que le puede gustar a cualquier lector interesado en la ciencia, la actualidad, la política y en formarse adecuadamente en temas tan controvertidos como este. Es un libro que combina información seria con una prosa cercana, sin perder calidez y dándole un punto de vista muy interesante sin que se haga pesado ni se pierda en datos que no aportan nada.
No todas las drogas son iguales es más que un ensayo, es una invitación a entender mejor el mundo que habitamos, a repensar lo aceptado y a dialogar con la ciencia desde el corazón. Ideal para quienes buscan saber más sin discursos rígidos, para quienes quieren pensar con libertad. Por si todo lo que he dicho no fuera suficiente, el capítulo final nos muestra una serie de tips para que los padres podamos hablar de drogas con nuestros hijos. Este capítulo me ha parecido muy bien hilado y muy útil.
La única pega que le puedo poner al libro es que los nombres científicos de algunas especies de plantas u hongos que se nombran, no están en cursiva, pero es un detalle mínimo dentro de todas las bondades que encierra esta obra. Es más, yo me he dado cuenta porque soy muy friki de los nombres científicos -como ya podréis imaginar-, pero es un detalle que puede pasar desapercibido perfectamente.
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