Manu Sánchez es un gran humorista; y no solo lo digo por alto, sino también por grande; yo diría que de los mejores que hay actualmente en el panorama del humor, por no decir el mejor, porque no veas como sobresale el hombre. Es una de las mentes más rápidas y ágiles que conozco, bueno, que me gustaría conocer, porque personalmente no lo he tratado nunca. El tío lleva haciendo humor en forma de monólogos desde hace mucho tiempo, a pesar de su juventud, y a pesar de que siempre diga que es un pureta, pero más puretas somos algunos por aquí. Empezó en Canal Sur, y después dio el salto a otras cadenas, encadenando muchos éxitos, algunos palos y más experiencia, dándole tablas para convertirse en el gran artista que es hoy. Tuvo varios programas propios y ha sido colaborador en otros y lo hemos podido escuchar en la radio, o leer en el periódico, y últimamente también hemos tenido la suerte de disfrutarlo en el teatro, con sus tres obras: El Rey Solo, El Último Santo y El Buen Dictador.
Y ahora además tiene un libro, un libro con un título que resume perfectamente toda la guasa, crítica, y reivindicación que rezuma la obra: Surnormal profundo. La reclamación principal que se hace es de la normalidad de ser del sur, la normalidad de ser, hablar y vivir en andaluz, profundamente. Empecemos a criticarlo en el buen sentido de la palabra, constructivamente: