Ayer martes 20 de febrero, participé en el espacio La Ciencia lee que organiza el Secretariado de Divulgación Científica y Cultural de la US en el Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla (CICUS). La charla estaba centrada en mi libro El arte de nombrar la vida y en ella di algunas pequeñas pinceladas sobre su contenido, contando algunas de las anécdotas descritas en cada capítulo y leyendo algunos fragmentos.
M. Carmen Escámez, responsable de divulgación científica y visitas de CITIUS me contactó hace unas semanas para concretar mi participación y desde ese primer momento todo fueron facilidades. Así que aprovecho este post para agradecerle su buen hacer, profesionalidad y exquisita atención con la que me ha tratado en todo momento. ¡Muchas gracias!
Con todo preparado y tras una mañana muy intensa en mi instituto, a las 16:40 aproximadamente salí de Arahal, para dirigirme a Sevilla, acompañado de mi compañero y amigo Jorge López, que ha sido un agradable socio durante esta aventura. Llegamos al parking dejamos el coche y nos dirigimos a pie hacia el edificio del CICUS en la que era una agradable tarde casi primaveral, a pesar de estar en pleno mes de febrero. Una vez allí nos tomamos un café mientras que los técnicos terminaban de preparar el espacio - que era un bonito patio en un edificio con aspecto de antiguo hospital o convento -.
Poco antes de comenzar pudimos saludar al catedrático de Matemáticas Alberto Márquez, uno de los organizadores del evento, al que también agradezco que haya contado conmigo, así como también pudimos desvirtualizar, conocer y agradecer en persona a M. Carmen Escámez. Así dieron las 18:00 horas y Alberto me hizo una maravillosa presentación que agradezco enormemente. Cuando me dio paso a charlar a mí, lo hice comenzando por explicar de que iba el libro y dar las gracias a muchas de las personas implicadas en su salida al mercado.
Durante el rato que estuve hablando me lo pasé estupendamente y cuanto más veía las caras de entusiasmo y de asombro en algunos casos de los oyentes, más me relajaba y más tranquilo contaba las historias relacionadas con los nombres científicos de los seres vivos. Traté temas estrictamente científicos, hable de la unión de las ciencias y las letras en una sola cultura, de mujeres científicas, de divulgadores, de mitología, de actores, cantantes, grupos musicales, personajes de series, videojuegos y películas e incluso de futbolistas. Al final, pude leer varios párrafos cortitos de diversas partes del libro para rematar una exposición en la que disfruté como un niño pequeño con un juguete nuevo.
Al final de la exposición no hubo preguntas, pero algunos de los asistentes se acercó a hablar conmigo y comentar cuestiones de la charla e incluso otras relacionadas con la biología y con mi labor docente. Hubo un compañero profesor que me agradeció que hace ya más de diez años compartiera la programación con la que yo aprobé mis oposiciones que le sirvió a él para hacer la suya propia y aprobar también. Estas cosas la verdad es que engordan el alma y hacen mucha ilusión cuando te llegan.
También me saludó la hermana de un ex-compañero del curso pasado de mi instituto, que además es bióloga, y después estuvimos un rato muy agradable charlando M. Carmen, Jorge, Alberto y yo. Así transcurrió el resto de la tarde y aproximadamente sobre las 20:00 h., Jorge y yo nos volvimos hacia Arahal, contentos y con la sensación de haber pasado una tarde estupenda.
De nuevo quiero extender mi agradecimiento una vez más a todos los que han hecho posible que El arte de nombrar la vida esté en las librerías, a todos los lectores, a todas las personas que me han acompañado en el evento de ayer y a todos los que organizan clubs de lectura y eventos culturales de este tipo, que sirven para acercar la ciencia, la cultura y el conocimiento a todo tipo de públicos en un ambiente distendido, relajado y cordial. ¡Mil gracias!