En esta época del año, en la que cada vez en más sitios se celebra Halloween, no es raro encontrarnos por la calle a multitud de niños, y no tan niños, disfrazados de zombis, uno de los personajes ficticios de terror más populares en los últimos tiempos.
Los zombis son la representación de cadáveres que han resucitado o han vuelto a la vida. El origen de estos personajes tenemos que buscarlo en el culto vudú, donde mediante métodos mágicos o químicos se supone que un hechicero puede resucitar a un muerto que queda con la voluntad anulada y sometido a la persona que lo ha devuelto a la vida. A partir de aquí la mitología zombi se ha ampliado a una serie de cuestiones que asumimos cuando los vemos protagonizando una historia, como que si te muerde un zombi te conviertes en otro, que comen cerebros, que no suelen hablar y se mueven por instintos, que se van pudriendo poco a poco, o que la condición zombi puede transmitirse o ser provocada por un virus. También está muy difundida la diferencia entre zombis lentos, más clásicos, y zombis rápidos, más modernos.